Concurso para el Festival Internacional de Arquitectura y Diseño de Logoño- Concéntrico 09
Nos vino a la mente unas charlas de Izaskun Chinchilla alrededor de su trabajo en Camden Town, que dio y como no, al gran pensador Francesco Tonucci con sus lecturas dedicadas a los niños
Como comentábamos anteriormente, Aldo Van Eyck ha sido nuestro referente. Él fue el primero en poner su mirada en los niños a la hora de proyectar los espacios urbanos. Y a partir de ese momento las ciudades se llenaron de parques infantiles.
Por lo tanto, nuestra actuación ON MELANCHOLY HILL va dirigida a esos pequeños seres que son los/as niños/as que viven en esos bloques de viviendas que rodean este magnífico parque y a sus acompañantes que son sus padres, madres o abuelos/as. Nuestro objetivo es que, durante el festival, este graderío que es un punto de reunión y de inflexión dentro del parque, además de mirador en su punto más alto, sea también ahora una máquina de producción de experiencias comunes: un playground. El urbanismo contemporáneo, feminista, de género, debe encaminarse, como se promueve en la Barcelona actual de las “superillas”, en crear espacios integradores que piensen desde la infancia hasta la vejez.
En esta gran alfombra arcádica que es el Parque Felipe VI, como describió Rem Koolhaas El Central Park en su libro “Delirious York”, hemos dejado posar una alfombra de madera cuyo inicio son esas 4 casetas que ponen fin a ese camino y acotan ese “escenario”, a modo de foso de arena como los que diseñaba Aldo, que preside el graderío. Al mismo tiempo por sus extremos se nos abren las puertas a un nuevo rincón, un nuevo mundo, ecosistema dentro del cual los niños son los reyes y los adultos meros espectadores que comparten la experiencia con ellos. Una puerta para los adultos, ajustada a su escala y otra más pequeña pero más sorpresiva para los más pequeños y entre medias unos filtros visuales con cuerdas que hacen que el espacio sea más enigmático y fantasioso y se desee cruzar a él
La pieza en su conjunto, a modo de pequeña yincana, que empieza por ese acceso cruzado, con una pequeña puerta de 1,40m de alto, que atraviesa un umbral de 3 m de alto, genera un movimiento de subidas y bajadas (con escaladas con cuerdas, rocódromos, tobogán, peldaños…) apoyándose en la grada existente y convirtiéndolo también en un mirador para los más pequeños que tienen a día de hoy más dificultad para disfrutar de las vistas que este otorga.
Se sigue conservando el uso individual de la grada dentro de este nuevo espacio participativo y colectivo, donde cualquiera puede sentarse en solitario o en grupo, puede reunirse en torno a esa mesa, que pone doble fin a esta cinta, donde se pueden hacer meriendas, jugar…